La conducta creativa pertenece a la categoría de lo que la psicología define como conductas integrativas, entendiendo por tales aquellas pautas de comportamiento que en su desarrollo afectan al individuo en su globalidad y no únicamente en aspectos aislados de su existencia. Efectivamente, expresividad y creación actúan como un todo, influyendo en nuestra trayectoria vital, ajustando los cambios personales a las circunstancias ambientales.
Como consecuencia de esto, el estudio de las facultades expresivas y creativas que influyen en el acto creativo, deberán realizarse en relación a los factores cognitivos y emocionales de cada individuo.
Así, debemos interpretar el proceso creativo como una conducta básicamente comunicativa destinada a transmitir alguna cosa a otras personas y se diferencia esencialmente de la conducta informativa en la medida en que no pretende transmitir solo informaciones, sino también sentimientos y emociones; por eso se le califica como "expresiva".
Expresar un sentimiento significa producir modificaciones en la situación ambiental que van a funcionar con estímulos capaces de provocar en el espectador reacciones emocionales equivalentes.
No obstante y a pesar de tratarse de una facultad profundamente entroncada al desarrollo personal, cognitivo y emocional, podemos precisar algunas características esenciales de la personalidad creativa. Destacaremos los siguientes rasgos:
- Curiosidad intelectual.
- Receptividad respecto de los estímulos del medio.
- Fluidez de pensamiento y expresión.
- Flexibilidad y capacidad de adaptación a las situaciones nuevas.
- Capacidad para la evaluación y crítica de ideas originales.
- Capacidad para la relación y asociación de ideas.
- Inconformismo.
- Espontaneidad e ingenio.
- Autoestima.
- Sentido del humor.
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